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14/8/09

Yirando por Misiones ¡DOS!: mirando pa' Baires.

Retratar la nueva poética arrabalera, el nuevo arrabal. Retratar la épica, el misticismo, la suciedad secreta de la muerte y la vida entre las oscuridades actuales de Buenos Aires. La villa, el villero, el Uvita Fiesta, el paco, la sangre, la chapa, el perro costilludo y sediento de caricias, el arma robada, el honor, los dedos quemados, la prensado paraguaya, el cinturón, el nuevo inmigrante, latinoamericano.
Bersuit y el viejo arrabal están en los cimientos de esta “nueva” poética. Lo grasa-oscuro y lo Tango. Más atrás: cumbia villera, Borges, Macedonio, Max Cachimba, Breccia, Molina Vedia, Berni, Daniel Santoro, Policías en acción, murales de todo tipo, etc.
Tiene épica, tiene delirio, trasfondo, vacíos, símbolos y sobreentendidos, malentendidos, tergiversación, y uno mismo.
Mitología urbana, porteña y, sobre todo, actual. Cargada de pasado, de un oscurantismo militar y una extraña luz peronista.
Gente de tierras rojizas y/o verdosas, entremezclándose, garchando fiero entre la mugre gris del Río de la Plata, ano gigante a punto de expulsar nuevas formas, colores, combinaciones de palabras, íconos, arquetipos, orgullos, tradición futura: oscurecido realismo mágico.



83- Cachetazo/Nace: Catedral seca al sol, leguas sudorosas.

Al pasar frente a la iglesia, un baile se le desprende desde el interior del pecho, hasta la pierna y las cabezas.

Baila, sacude y despide sudor en toda dirección concebible, moja de su animalismo caliente, desenfrenado y desinhibido a antiquísimas estructuras y novedosísimos transeúntes, paseándose bajo ellas, en actitudes antiguas, con motivos nuevos, siempre nuevos, por emular superficies, actitudes originalmente impulsadas por otras penas, otras sonrisas, otra cosmovisión.

Pero él baila, acorde a su presente: sus retinas repletas de efectos especiales, y sus neuronas, mutiladas y revitalizadas por las mismas sustancias ilegales. Baila y ahoga.

Todos, al pasar, haciendo como que no lo ven, simulando, tal vez, desprecio. Todos, pasan y se relamen, recogen en sus paladares y órganos sexuales cada gota de sudor, para saborearla sin tapujos una vez en sus hogares, llenos de éxtasis y de paredes que lo oculten, al éxtasis.

Y él, que sus paredes ha demolido (sus más onda paredes, de neuronas ajenas) sigue y seguirá bailando. En un rito que, incomprendido, será alguna vez emulado. Por gente solemne y repleta de barrotes (dentro del cráneo) que convertirá esas libertades en Tradición, y se entregarán una vez más a la servidumbre. Sonrojándose ante el próximo libre.

84- El Fin.

Hay una hora de la tarde, más allá de la puesta del sol, cuando empezamos a sentirnos en la oscuridad total aún sin verla, aún viendo, en que el cielo, las cosas, están a punto de decir algo. Pero claro, en la ciudad casi no se lo oye, opacado de humos, relojes, puteadas y edificios diversos. Y si lo viéramos no lo entenderíamos, su grito. Yo no lo entendí jamás, aún habiéndolo oído y habiéndome extasiado ante él, sobrio o con ciertos humos en los pulmones.

Así, en esa duda misma, no siempre se Sabe, aún sobre uno, fui a parar a la esquinita. Rosada, esperaban nada ahí sentados, distrayéndose de sí mismos tetrabrik en mano, un par de los Hombres de la barrita. Ya ancianos, oscilantes, con sus bocas babeantes y sus ansias de demostrar hombría y ausencia de neuronas. Aún hacía sonar, desde elementos cada vez más pequeños y descartables, sus viejas cumbias y raggaetones. Pero no bailaban, oscilaban, culpa de la ancianidad y el paco. Esperaban.

Y llegué. Desde lejos viéronme, caminata singular, la mía, distinguible a varias cuadras aún a pesar de esa ceguera (tanto la momentánea como la menos momentánea, la que ocupa una porción de años), distinguible como la nube de humo, de cigarrillo (barato) detrás, olor a añejo, desde joven, otras épocas.

... - Tardaste en venir (dice, Él, atiborrado de barba, llagas y enorme ropa deportiva)
... - El tiempo, se me atravesó en el camino. Hubiese llegado hace años, si el éxito no me hubiese llevado por otros barrios.
... - Nos abandonaste, demasiado tiempo, sí. Y no sabíamos si volverías.
... - (callo, lo miro fijo)
... - Demasiado tiempo sin esperanza de que ese tiempo acabe…
... - Una eternidad, entonces, lo sé.
... - (ahora calla él, quiere saber si lo diré… o tendrá que ocurrir lo otro)
... - (no lo digo)

Desenvuelve, entonces, desde adentro de su bolsillo, su frágil mano de dedos carbónicos. Piña, desenvuelta desde arriba. Cubriéndome como puedo la cabeza, respondo, golpeo, me agarra, lo golpeo más, lo tironeo de la remera, ahora golpea él, sigo tironeando y casualmente ese movimiento termina en ceguera de su parte, lo empujo, cae.

La esquina ya se rodeó de gente, el barro, las ventanitas, las chapas frágiles se movilizan para mirarnos, brillan al compás de la escena. Azules, en esa penumbra débil, misteriosa, que empieza a ocultarnos. Sólo el cielo, sin horizontes a la mano, brilla un poco aún sobre la villa. Alguno piensa en defenderlo, pero la ancianidad les sobreviene… ¿para qué? Muere hoy o muere mañana.

Saco el cuchillo, enclenque, sin mango, todo óxido ya de papá. Desesperado de vida, trata de moverse, no puede, se ha fracturado nosequé en la caída, el empujón. Los años le pesan más que la borrachera o mi pie en su espalda. Garabatea movimientos en el barro, sacudiendo sus bracitos. No habiendo palabras válidas para este momento en la vida de los Hombres, responde con palabras de otros momentos, las que en su apuro es capaz de decir, las únicas que llegan a su mente, aunque hieran su honor, su desesperación abre toda posibilidad. Y dice aquello que, quizás, debería haber dicho yo.

... - Perdón.

Y lo degüello. Exhibo el fragmento del cadáver, el trofeo tomado de los pelos blancos, en la punta de mi brazo, ante la multitud. Acostumbrada juega su rol.

... - Recatate, gil. (a coro)

Sólo escucho ello, la voz del pasado regurgitada por cien voces, y al instante oigo, al fin, el fin: el mensaje del atardecer. Muero atravesado al instante por cada bala presente en la esquina. Ya ni rosada, ni azulada. Negra, vacía o infinita.
82- Sangre, chapa, cosmos y Havaianas.

Bien adentrado, en tierra de sangre y vicios,
toma su mate al compás de una baguala de pólvora.
Carga el gatillo y repite frases de su madre,
le dice algo al oído al que pronto será penetrado
por dos polvos.
Al oírlo, lo seduce la idea de una muerte en tremendo paisaje,
la baba le chorrea hasta los mocasines, se está ahogando en sí mismo.
El del arma, confundido, decide salvarlo:
matarlo es un honor; dejarlo morir, una deshonra.
Trepado a la cima de su mástil interno,
escupe sus neuronas sobre las del amigo,
y del golpe lo despierta del desmayo.
Toda su metafísica, sus penas y sus drogas sintéticas
yacen ahora en el pastito mortecino.
Un par de chicos, aspirantes de superestrellas y otras sustancias,
al pasar ríen, disparan sus piedrecitas e insultos
contra vencedor y vencido.
Huyen juntos, agotado el entreacto, dispuestos a volver
a las penas trajinadas de todos los días,
detrás de algún enorme cubo peronista de hormigón,
diciéndose que Menos Mal, que Más Bien.
Y los pibes los siguen de cerca, diciendo, creen, lo contrario.
El primer texto y todos los dibujos fueron hechos en un reciente viaje por Misiones. Varios de los dibujos fueron retocados (ínfima o considerablemente) en forma digital, una vez de regreso.
La calidad de los trabajos es de lo más argentina, por necesidad de cierta Extranjeridad para encontrarse.
Los otros tres textos son I.D.E.A.s

Y la "primera" parte de esta serie de ilustraciones, haciendo dos veloces clics acá mismo.

8/8/09

Yirando por el NOA

Pachamama
Tinta china y lápices.

Una de las cuatro ilustraciones que hice en un viaje por nuestro noroeste y parte de Bolivia en el 2007.

5/8/09

La Mujer Perfecta

Historieta basada en ESTA "canción" de Bersuit Vergarabat: La Mujer Perfecta.
(Aviso legal: la versión que linkié del tema está cortada y tiene muy mal sonido... pero es lo único que encontré).
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