El texto siguiente (I.D.E.A. nº 98) no pertenece al Cuaderno, pero está íntimamente relacionado con lo expresado en él:
El turista, turista de almas ajenas:- ¿Soy o Estoy?
Soy pasajero, soy pasajero y mis acompañantes no lo saben. Me creen compañero de vida. Pero no… no veo Vida, una Vida. Veo vidas como en un videojuego, personajes que vienen y se van, sólo uno viene y viene y no deja de volver. Se repetirán escenarios, personajes, risas y dificultades algunas veces o ninguna, pero tarde o temprano cambiará el nivel, cambiará el paisaje, y el que no esperaba mi huida me verá desaparecer.
Las garras de quienes me han querido han querido siempre, aunque sea muy, muy tenuemente, retenerme. Nadie espera la desaparición de un depositario de sentimientos. Ella ¿la espera? ¿Soy uno de esos depositarios, de qué magnitud?
Soy un pasajero de pasada, dando un pequeño saltito, no pasando ni una noche, y ella ya me ha estado preparando casa, habitación y almohada en las pampas de su pecho.
No vengo a sembrar tu terreno, sólo a pasear por él, quizás a ararlo. No estoy dispuesto a cosechar. La posibilidad de Frutos, más bien, me horroriza. Me horroriza la posibilidad de consecuencias, de permanencias, de status. Me horroriza tener que ceder para gozar.
Temo por mí, por mi existencia. Como si anclando se fuese menos barco, se fuese isla, terruño de otro, refugio de otro. No dejo (en amor, en arte) serme hogar. La identificación del otro conmigo, su abrazo, es una jaula. Y cuando una jaula está alrededor, dejando ver el paisaje detrás, nada se vuelve más interesante que él, sea este el paraíso más bello o el desierto más horrible.
Alternativamente he deseado paraísos pululantes de multiplicidad de seres diversos y he deseado desiertos vacíos y austeros. La vasta soledad, con algo de doloroso peso. Ese es mi deseo hoy. Es la reacción de mi organismo ante las jaulas del amor, de la amistad, de las parejas, las salidas: es mi huída de los convencionalismos. A más amor, menos uno.
Toda sociedad es un ceder libertades, realidad, en pos de adquirir los beneficios de la manada. A más intensa la necesidad del otro, más débil la identidad individual. Por eso, para un artista, nada más doloroso que el compromiso, el amor, la necesidad absoluta de Otro. No se puede estar eternamente atado a un ideal político, a un movimiento (salvo uno fugaz, finito), a un ser (demasiado con tenerse eternamente a uno mismo).
¿Cuál de todas las uniones entre Yo y Algo/Alguien es la más intensa, más inevitable, necesaria, adictiva? Debo, claramente, alejarme de ella, ante todo.