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21/1/10

Cuaderno de Arte y Demás 2009-2010 - 3: Popurrí

Una sinfonía de sentidos.

De eso se trata, hoy, en gran medida, mi obra. También creo, buena parte de la “poesía” rockera.

No envío mi mensaje (su Cómo, su manifestación sensible) en función de otro mensaje externo a él (un Qué traducido al lenguaje de las imágenes). O sólo lo hago ocasionalmente.

Mi figuración (y otras, o al menos mi modo de percibirlas) no es narrativa (como la pictórica pre-renacentista, renacentista y demás) ni descriptiva (como casi todo retrato o paisaje), al menos no principalmente.

Mi figuración obra mediante las estructuras de la pintura abstracta: un diálogo entre las partes que no necesariamente pretende decir algo más que sí mismo, más bien pretende despertar en el receptor ideas, sentimientos, sensaciones, en parte implícitos (pero no tanto en los elementos representados en sí, sino en sus relaciones con el receptor, con la cultura general y con los otros elementos del cuadro).

¿Qué son los cuadros abstractos? Un conjunto de estímulos psicológicos. Yo, de modo similar, trabajo con el conglomerado de significaciones a que vienen atados los diferentes elementos, texturas y demás. Estos emanan y se interrelacionan, vibran y distorsionan las vibraciones de las demás. Y, accesoriamente, narran y describen, no lo niego, lo relego.








En la mesa no había más que una familia, pero (como muy de vez en cuando sucede) medio desnuda. Desde una de sus bocas se vertían litros de dolores y secretas construcciones mentales a través de gritos de ahogado, ahogado por toda una vida (una Eternidad). Ahogado, eso no impidió jamás aguas cristalinas y luz solar maravillosa aunque menguante.

Vi, expulsados de cada uno de sus poros, incoherentes ruegos y órdenes como una gran lágrima turbia. Y vi, en respuesta, lágrimas como paredes acorralando al diálogo. En el medio, emitidas con arrogancia desde los otros dos personajitos (yo soy uno), simulacros de razonamientos, alternativamente como banderas de la paz o como estrategias bélicas.

Una vez más, todos esos vapores malolientes, esos sudores rancios, esa sangre vertida, escaparon. Una vez más los dejamos escapar o, mejor, los condenamos al exilio. Volvimos así, una vez más, al simulacro vital/cotidiano de familia/ser-humano tipo (esto incluye problemas, pero intrascendentes).

Las mascaritas en su lugar de nuevo, y a continuar jugando (de mentiritas) al olvido.


Un intento muy tenue de darle un valor un poco más de Imagen a uno de mis tantos textos.

La parte izquierda de la imagen siguiente fue influenciada por la música de Café Tacvba (probablemente por "Cuatro Caminos" o, a lo sumo, "Vale Callampa").
Más textos e ilustraciones de este mismo cuaderno: ACÁ y AQUÍ.

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